El miedo es una emoción que está relacionada con el instinto de supervivencia. Es útil porque nos ayuda a ser precavidos y protegernos de riesgos y peligros, pero en ocasiones, ese miedo nos bloquea y paraliza. Es justo en ese momento, cuando ya no es útil y hay que aprender a controlarlo.
Muchos niños y niñas se ponen nerviosos y tienen miedo a distintas cosas: exámenes, animales, oscuridad, quedarse solos, ir a la piscina, que ocurra una desgracia, etc.
El miedo es algo normal e incluso es algo bueno, pues en la vida hay amenazas reales y necesitamos que nuestro cuerpo nos avise de ellas: tocar el fuego, manipular un cuchillo, etc.
No todos tenemos miedo a las mismas cosas, ni en la misma intensidad. Así, hay situaciones en nuestra vida cotidiana que para algunos niños pueden ser una diversión, como ir de excursión con el cole, ir a la nieve, patinar, dormir en casa de un amigo… Sin embargo a otros niños esas mismas circunstancias les pueden parecer peligrosas y producirles miedo o rechazo. Esto ocurre porque generalmente pensamos que nos va a pasar algo terrible (la sombra de la pared parece un monstruo, el viento que sopla es un ladrón…) la imaginación puede ser tan potente como para poder ver y oír dichas cosas.
Cuando sentimos miedo o preocupación (ANSIEDAD) nuestro cuerpo reacciona de manera instintiva y nos avisa de diferentes formas:
- El corazón empieza a latir más rápido.
- Enrojecemos.
- Notamos que nos falta el aire.
- Nos duele la barriga.
- Nos sentimos mareados.
- Nos sudan las manos.
- Evitamos algunas situaciones, personas o cosas.
Los miedos infantiles son inevitables y siempre habrá niños más impresionables que otros, pero la mayoría de ellos suele superar sus temores de forma natural. Es normal que los niños sientan miedos y que estos cambien con la edad, pues evolucionan desde los temores más físicos a los más interpersonales. Durante la niñez y la adolescencia existe mayor vulnerabilidad al miedo y en consecuencia al desarrollo de fobias. Las fobias infantiles son algo para preocuparse únicamente cuando interfieren en la vida cotidiana de los niños.
Las fobias se caracterizan por ser miedos irracionales, extremos e incontrolables que se desencadenan ante un estímulo determinado. Un niño que sufre de una fobia, ante el contacto real o incluso la anticipación de encontrarse con aquello que le produce el temor, experimenta síntomas físicos tales como palpitaciones, temblores, náuseas, etc. Los niños más pequeños viven la exposición al objeto o a la circunstancia temidos como auténticas amenazas y peligros.
Las fobias a los animales que encontramos en los adultos se generan casi en su totalidad en la niñez, normalmente antes de los 5 ó 6 años. Los miedos/fobias del tipo sangre-inyección-herida suelen aparecer antes de los 7 años y mantenerse con el paso de los años.
Los miedos a la separación, los extraños, los animales y la oscuridad son más bien característicos de la niñez. Los relativos a la evaluación social (fobia social, miedo a hablar en público, a la crítica, ansiedad ante exámenes o de rendimiento, etc.) son más propios de la pre-adolescencia y adolescencia.
Los miedos relacionados con el daño y peligros físicos (no poder respirar, quemarse, un accidente de coche, una guerra…) suelen darse tanto en niños como en adolescentes.
Nuestro equipo trata de enseñar al niño con esos miedos y temores el porqué le ocurren esas cosas y sobre todo que aprenda lo que puede hacer para solucionarlo y dejar así de tener miedo y ponerse nervioso.
El equipo de PSB clinic tiene herramientas para enseñar al niño con esos miedos y temores, el por qué de esas situaciones y qué es lo que tiene que hacer para dejar de tener miedo y disminuir su estado de nerviosismo.